Llegó otro 21 de septiembre, pero este es diferente. En este día me regalé mis propias flores amarillas, consciente de que, al menos por un tiempo, así será.
Elegí dos margaritas de piria: flores comunes, humildes, y a la vez hermosas en su sencillez perfecta. Como pequeños soles que brotan de la tierra, llevan en sus pétalos la promesa de que la belleza no necesita ornamentos para existir.
Hoy es un hermoso día de primavera porque te tengo presente, quizás no como hubiera soñado o siquiera imaginado, pero sí como lo merezco. Y esa certeza, dulce y serena, me colma de felicidad.
Las flores que me di hablan de amor propio, de ciclos que renacen, de la sabiduría de encontrar en lo simple la grandeza que buscamos.
¡Feliz día de la primavera para ti, para mí, para nosotros y para todo lo que florece cuando aprendemos a querernos!
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