Yo no buscaba enamorarme, pero al amor no se le busca— llega cuando quiere, sin avisar, sin permiso.
Y ahí estabas tú, frente a mí, el más hermoso de los hombres: con tu corazón de oro y esos rulos de infarto que me desarman.
Mi niño bueno, mi joven amor, el que convierte lo pesado en pluma, lo gris en claridad.
Contigo la vida se hace mucho más fácil, más liviana, más ligera. La vida es más llevadera cuando estás conmigo.
Ahora no sé cómo vivía antes sin esta luz que traes, sin este amor que no busqué pero que encontré en ti.
Hoy te volví a confesar mi amor. Y prometo hacerlo cada mañana al despertar, cada noche al irnos a dormir, cada día, cada semana, cada mes, cada año y en cada vida en la que sin buscarnos, volvamos a encontrarnos.
Comentarios