El escenario de una venganza
Me mira con los ojos cubiertos de terror. Puedo ver cómo sus pupilas se dilatan en la penumbra del sótano, donde el olor a humedad se mezcla con el acre perfume de su miedo. Lentamente, le acaricio las mejillas—están frías, húmedas—y entonces las lágrimas caen a borbotones, calientes contra mis dedos...
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